Metropolis y el arte del cine

Es sabido por casi todos que el cine es arte. Mueve millones de euros y sentimientos por igual, pero ¿os habéis parado a pensar por qué? ¿No? Bueno, pues para eso estoy yo, con la ayuda de la maravillosa Metropolis, de Fritz Lang.

La definición más estricta de arte que se me ocurre es todo aquello que nos haga sentir, con mayor o menor intensidad. Y si miramos el cine, por ejemplificar un poco, esta definición la cumple: todos nos hemos reído con el bailecito de Pulp Fiction, se nos ha puesto el corazón en un puño en cada escena de El Padrino y casi nos lo hacemos en los pantalones al ver por primera vez al monstruo de La Cosa. Pero el cine, como todo buen arte que se precie, es mucho más complejo e intrincado que esa definición tan básica, asi que vamos a meternos un poco más en materia. Además, si terminase el articulo aquí Mar me arrancaría la yugular, y no es mi plan por el momento.


 En fin, a lo que iba, aquí es donde entra Metropolis. Cualquier persona cinéfila sabrá que el cine ha cambiado muchísimo a lo largo de la historia, cada vez se ha ido separando más y más de otras artes, buscando sus propios estilos y mecánicas y haciéndose más cine y menos otra cosa. Esto os lo digo para que sepáis que ver una película de 1927 como es esta es toda una experiencia. Y es que Metropolis despunta en todo lo que hace arte al cine. Las interpretaciones son maravillosas, violentas como ese expresionismo alemán que la película requiere. Es capaz de, sin sonido alguno más que algunos trazos en piano, mostrarnos cosas como el miedo más atroz o la misma desesperación. Es cine mudo, solo tenemos las expresiones, el lenguaje corporal, y todo se entiende con una crudeza descarnada.



 Desde una perspectiva algo triste, nos hace esa pregunta que años después tan sumamente bien haría Blade Runner: ¿qué es la vida?. Ambas están planteadas desde un sentido diferente: Blade Runner se centra en el humano y Metropolis busca algo más espiritual, pero ambos son tratos no solo buenos sino bien llevados. Porque ese es otro punto: me da igual lo bueno que sea lo que me quieres contar si después no esta bien contado. Las maneras son millares: La Noche del Cazador usaba con genio las sombras, La Mujer Pantera hace a la luz un personaje más, el Dracula de Coppola cuidaba cada frase, plano y fondo para todo fuese un cuadro,... en el caso de la obra magna de Lang nos lo muestra todo con brutalidad, emociones sencillas pero claramente visibles y chocantes. Una buena comparativa que se me ocurre, y ya de paso hablamos de algo patrio, es el cuadro de Guernica de Piccaso. Vas tranquilo por el museo, giras una esquina y de pronto BAM es un cuadro grande, todo lo que se ve es angustia, miedo. Es, en general, poderoso.


Simbolismos.


Y aunque esta cinta es una absoluta maravilla que deberíais de ver si os gusta el cine, es solo UNA película entre miles. Cada película, por mala que sea, siempre tiene algo, siempre hay algo que destacar o señalar, aun si es algo tan malo que lo decimos para no hacerlo nosotros. El cine es arte amigos mios, cada película usa sus diferentes recursos de una manera distinta: no es lo mismo ver Venganza, El Gran Lebowski o el Nosferatu de Herzog. Todos usan más unas cosas u otras y llevan tal o cual de diferentes maneras. El cine es arte, extenso y lleno de matices. Así que la próxima vez que veáis una película intentad fijaros en esos detalles que la conforman: la música, las actuaciones, los planos, el vestuario, los fondos, la dirección,... todo. Os aseguro que descubriréis un mundo dentro de cada película. Por que, al final y como cualquier arte, el cine es subjetivo amigos mios. Hasta la siguiente entrada.







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